CIENTÍFICA PIONERA
Darregueirense es la primera argentina en explorar el mar a grandes profundidades
María Emilia Bravo, una científica del CONICET oriunda de Darregueira, ha protagonizado un momento histórico al convertirse en la primera argentina en descender a 1000 metros de profundidad en pleno océano Pacífico.
Equipo del cual forma parte la científica argentina. Foto: Erik Jepsen
Su hazaña tuvo lugar a bordo del sumergible Alvin (DSV-2), una embarcación sumergible tripulada dedicada a la investigación de las profundidades de los océanos. Esta expedición de inmersión submarina se llevó a cabo como parte del marco de trabajo de la «Deep-Ocean Stewardship Initiative«, una iniciativa en la que trabaja junto a la destacada oceanógrafa Lisa A. Levin.
El Alvin propiedad de la Marina de los Estados Unidos y operado por la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI), Massachusetts, es un sumergible que ha realizado miles de inmersiones, incluyendo aquellas destinadas a la observación de los restos del Titanic, hundido a una profundidad de 3821 metros. Con capacidad para dos científicos y un piloto, este sumergible permite estudiar y analizar las formas de vida que habitan las elevadas presiones y la total oscuridad del fondo marino.
Trayectoria académica
María Emilia Bravo se formó en la Universidad Nacional del Sur como Licenciada en Ciencias Biológicas. Posteriormente, realizó un posgrado en «Ecology and Systematics of Caribbean Polychaetes» en el Institute Smithsonian Tropical Research Institute. Su Tesis de Doctor en Biología, titulada «Efecto de los depósitos de gas somero del fondo marino en las comunidades macrobentónicas del estuario de Bahía Blanca», la consolidó como una especialista en el estudio de los ecosistemas marinos.
A lo largo de su carrera, Bravo trabajó en el Instituto Antártico Argentino en tareas de investigación relacionadas con el Grupo de Ecología Bentónica de Macroalgas Antárticas. Posteriormente, se unió al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), donde participó en investigaciones en el Laboratorio de Geología y Geofísica Marina y el Laboratorio de Ecología Bentónica, ambos pertenecientes al Instituto Argentino de Oceanografía (IADO-CONICET).
Su trabajo le ha brindado reconocimientos y oportunidades para continuar su formación en el extranjero. A través de la Beca Fulbright – Ministerio de Educación, realizó estadías de investigación en Estados Unidos, específicamente en San Diego, California. Actualmente, se encuentra colaborando con la Scripps Institution of Oceanography – UCSD en el Offshore Energy Working Group, dentro de la Deep-Ocean Stewardship Initiative, donde comparte actividad con la Dra. Lisa A. Levin.
Lisa Levin, oceanógrafa biológica de Scripps y líder de la misión. Foto: Erik Jepsen
El hito histórico de María Emilia Bravo se dio durante un viaje de 14 días financiado por la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) a bordo del R/V Atlantis, el barco de soporte del Alvin perteneciente a la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI). La misión se enfocó en estudiar las filtraciones de metano en el fondo marino y su influencia en los ecosistemas quimiosintéticos frente a la costa de California.
En esta expedición, la científica argentina fue parte de un equipo liderado por Lisa Levin, quien ha realizado más de 50 inmersiones a bordo del Alvin. El objetivo del equipo era determinar hasta qué punto el metano que emerge de estas filtraciones se extiende bajo el agua y qué animales pueden aprovecharlo. Las filtraciones de metano no son calientes como los respiraderos hidrotermales de aguas profundas, pero comparten una característica común: ambos hábitats son alimentados por energía química en lugar de luz solar.
En estas filtraciones de metano, algunos organismos han desarrollado la capacidad de consumir este poderoso gas de efecto invernadero, lo que es vital para mantener el metano fuera de la atmósfera, donde podría impulsar el cambio climático. Por lo tanto, el estudio de estos ecosistemas quimiosintéticos es fundamental para entender y proteger la biodiversidad marina y comprender su relevancia en la regulación del clima global.
Para la científica argentina, el descenso en el Alvin fue una experiencia única y enriquecedora. «Es una forma diferente de experimentar las profundidades del mar. Estás en las profundidades del mar y puedes ver lo que sucede con más detalle que si estuvieras viendo un video en la superficie», expresó Levin.



Además de su contribución en esta expedición, Bravo se encuentra desarrollando estudios sobre ecosistemas quimiosintéticos en el mar profundo de Argentina en colaboración con la Scripps Institution of Oceanography – UCSD. Su labor científica promete aportar valiosos conocimientos que contribuirán al entendimiento de los océanos y su preservación, así como al combate del cambio climático.
Después de esta exitosa expedición en aguas del sur de California, la científica argentina se unirá a muchos de los mismos investigadores para estudiar las filtraciones de metano en el margen de las Aleutianas, cerca de Alaska, a mediados de mayo de 2024. Estas filtraciones, algunas de las cuales se encuentran a una profundidad de hasta 5500 metros, ofrecen otra oportunidad para seguir descubriendo y protegiendo los secretos del océano profundo.
Fuente: Sudoeste BA y Rubén Ceminari.
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